sábado, 5 de abril de 2008

Viajando V

Movimiento 5

En espera del amanecer 


 Después de unos momentos de suspicacia y desconfianza, cerré los ojos y me quedé dormido. Recostado en dos asientos lo suficientemente mullidos como para no matarme la espalda y lo suficientemente aislados como para que los pasajeros no me quitaran el sueño esperé el amanecer. A lo lejos escuchaba las voces de quienes pasaban a mi lado, no sé realmente cómo debí parecerles y tampoco es algo que me quitara el sueño. Simplemente estaba ahí, descansando después de un día agotador y lleno de emociones, procesando todo lo que podía. El amanecer no llegó.


 Me levanté a las cuatro cuarenta y cinco. Tramité mi boleto en una máquina que tenía mi idioma en su menú, y que lo “hablaba” con perfecta fluidez, aunque sin mayor sonido que el bit común y corriente que confirmaba las pulsaciones de mi dedo índice sobre la pantalla. Recibí mi boleto contento, cansado, sí, pero contento. Me dispuse a abordar. Me regañaron los de seguridad por no poner el MacBook en una bandeja especial. No me importó, lo cambiamos y listo. Me retrasé aproximadamente cinco minutos, pero mi vuelo salía dentro de ocho horas, así que tampoco fue para tanto. La gente detrás de mí no me vio con desagrado, parece que despertar tan temprano los atolondró, o simplemente me perdonaron porque me habrían visto dormir en la banca de la sala de espera. 


 Ahora estoy en un puesto de energía eléctrica para computadoras. Tengo hambre, pero esperaré a que den las seis para ir por un almuerzo en un pequeño café que ya tengo visto. Me sacarán un Jackson de la cara, pero con el estómago no se juega. Ya no tengo sueño, eso me pone a la vez contento y preocupado: contento porque puedo explorar aquí dentro, preocupado porque una hora y media de sueño no es suficiente para mi salud. Ya dormiré en el avión y en Minneapolis. 


 Ya pasé la tan temida y paranoica revisión de estos nerviosos y quisquillosos estadounidenses. No hay más que esperar a que el tiempo nos dé un avión para volar, que las alas ya las tengo. En el intervalo, exploraré este sitio, ahora por dentro. Almorzaré y luego leeré alguna cosa, tal vez. No sé… después de todo, estoy de vacaciones. 


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